Alto Verde City

Hombres de sol y río




Edición vespertina de diario El Litoral del dia martes 16 de agosto de 2005 
 

Hombres de sol y río

El paraje ubicado al este de la ciudad, sobre el riacho Santa Fe, enamora. Sus calles, verdes y aromas, invitan a la ensoñación. La visión de un pescador que apura su canoa devuelve una postal única y valiosa. Este albardón nacido en 1910 ya no contiene a los trabajadores portuarios, pero su historia evoca épocas de gloria que sus habitantes añoran desde un presente menos decoroso.

Las callecitas de Alto Verde tienen ese no sé qué... Los pasajes se topan entreverados en sus esquinas que se atreven entre diagonales y portales que se unen por la estrechez se sus calles. Mientras, un auto calcula la distancia para posibilitar el paso. 

El cielo diáfano se abre dando un cierre perfecto al cuadro. La policromía de su vegetación, el polvo que sus calles levanta y el canto de un pájaro que se esconde entre las ramas que corean, completan el paisaje que el río firma con renombre único. 

Precisamente a esa magnificencia natural debe su nomenclatura. La inspiración del primer encargado del terraplén, Luis Servín, denominó a Alto Verde. Así se lo indicó al gobernador que se encontraba en una visita en el barco del primer administrador del puerto, Angel Cassanello. Hasta entonces el albardón era anónimo y la propuesta de Servín fue la descripción más fiel que aún encierra su nombre, por su altura en cuyo marco ya afloraban sauces y ceibos. 

En este paraje de la ciudad la madre naturaleza ofrece a los visitantes sus mejores vestimentas. Alto Verde enamora, no como esos metejones pasajeros, sino con la profundidad del sentimiento que acoge y entrega, y le da a uno ganas de detener el tiempo en sus orillas, abrazado por un árbol mientras desmenuza un pescado frito con las propias manos.

Aún hoy perdura el aire especial que albergó a las primeras familias de trabajadores portuarios en 1910 que, con autorización del administrador Cassanello, instalaron sus ranchos. Llegaron hombres desde Corrientes, Entre Ríos y la propia zona, como Colastiné. 
Los primeros fueron Blas Piedrabuena, Bartolomé Orellano, Tomás Sánchez, Lucía Durán, Ana María de Gómez.

Desde ellos hasta nuestros días, Alto Verde tuvo una intensa vida social, deportiva, festiva y cultural. Sus hijos soltaron las cuerdas de sus guitarras coreando las canciones más gloriosas, inspiradas en los poemas que sus propios vecinos apuraban.

Todos nadaban en las aguas que invitan al chapuzón. Los más destacados fueron el campeón Florencio "Mojarrita" Romero y Hermenegildo Ocampo, que estableció un récord de los trabajadores portuarios de 35 horas en la pileta de Ateneo Inmaculada.

Desde la orilla vieron las primeras canchitas de bolo. En 1924 Serapio Pérez fundó el equipo "4 de enero" que tenía los arcos en el espinillar de la isla Silgadero. Se sucedieron otros como Sportivo Alto Verde, Defensores de Alto verde y el Club Central Alto Verde, el único que llegó hasta nuestros días. 

En la hinchada sonaban las voces privilegiadas que luego serían famosas, Horacio Guaraní y Roberto Galarza. Las vigüelas de Santiago Aicardi y los hermanos Taborda, el bandoneón de Don Ramón Benítez y de Mamani, acompañaban las fiestas patrias resaltando los aspectos más salientes del nacimiento de la argentinidad, también, con carreras de sortijas y canoas, el único medio de transporte para acceder al barrio durante muchos años.




Camino al centenario


La historia recuerda que en 1904 se inicia la construcción del nuevo puerto de ultramar de Santa Fe, para lo cual se ejecutaron obras que modificaron sustancialmente el paisaje urbano y natural de la zona. Se rectificaron partes del cauce del río Santa Fe; se ganaron terrenos anegadizos en la margen oeste –donde se construyen los diques para carga y descarga de mercaderías– y se ejecutó, en el tramo superior rectificado del río, un canal de derivación que confluye con otro canal, el de acceso desde al río Paraná.


De esa forma, se genera, con parte del suelo excavado y depositado en los márgenes, un albardón de unos 70 metros de ancho, cinco kilómetros de largo y unos nueve metros de altura aproximadamente. Estas tierras, relativamente protegidas de las inundaciones por su singular altura y ubicadas frente a las nuevas instalaciones portuarias, fueron percibidas por los trabajadores como muy convenientes para la instalación de sus viviendas.


De la gran cantidad de obreros empleados en las actividades del puerto, muchos eran migrantes que recién llegaban a la ciudad y no disponían aún de vivienda propia. Y la búsqueda de la máxima proximidad entre la vivienda –lugar del hábitat familiar– y el trabajo, es uno de los fenómenos que más se reiteran en el suceso urbano.


Con el permiso de ángel Cassanello –primer administrador del puerto–, y con la gestión de Protasio Luis Servín –que se encargó de las tareas– se hizo un primer loteo de tierras en ese albardón, donde se distribuyeron lotes de unos 15 por 50 metros, en calidad de préstamo a una parte de los trabajadores para la ejecución de casas precarias.


En 1912 se instaló una comisaría y se habilitó una estación sanitaria equipada con lanchas para el traslado de los casos de urgencia. En 1927 se funda la escuela Nº 95 Simón de Iriondo, la que funciona en la actualidad y que respondía en su momento a la demanda de educación de parte de los 5.000 empleados obreros del puerto, buena parte de los cuales habitaba ya de modo permanente en Alto Verde.


En 1989 quedó definido e integrado el distrito a través de la ordenanza municipal Nº 7.565, en la que se fijan sus límites dentro del municipio. El nombre del barrio se le adjudica anecdóticamente al mencionado Servín, quien lo nombró de ese modo por responder a las características sobresalientes del lugar: Alto, ya que no se inundaba, y Verde, por las envidiables condiciones ambientales.

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